La palabra «amigurumi» es una combinación de términos japoneses: «ami» (tejido o trenzado) y «kurumi» (muñeco). Aunque esta práctica se ha vuelto popular en todo el mundo, su origen está profundamente arraigado en Japón. Se cree que los amigurumis surgieron durante la posguerra en Japón (década de 1950), cuando el país empezó a adoptar tradiciones occidentales, incluyendo el crochet y el tejido a dos agujas, técnicas que luego se adaptaron a un estilo propio japonés.

Durante la década de los 80, la popularidad de los amigurumis empezó a crecer en Japón, influenciada por el concepto del *kawaii* («lindo» o «adorable») que dominaba en la cultura juvenil. Los amigurumis se convirtieron en símbolos de ternura y felicidad, representando una estética muy apreciada en la cultura japonesa. Su creación se extendió y se diversificó para incluir no solo animales, sino personajes de ficción y otras figuras adorables.

Con el auge de internet y de las redes sociales en los años 2000, el amigurumi comenzó a hacerse conocido fuera de Japón. Las personas de todo el mundo quedaron fascinadas por estos adorables muñecos de crochet y empezaron a aprender las técnicas, compartiendo patrones y diseños en comunidades de crochet.